Comienza la fiesta.

El día de la toma de posesión de Pedro Sánchez como Presidente, publica Expansión: El programa económico de Sánchez: subida de impuestos de 6.500 millones. De ser cierto, y no faltar a su palabra una vez más, empieza la fiesta (y la compra de votos) a cargo del contribuyente.

Entre las medidas propuestas para aumentar la recaudación, el socialista propone lo fácil, más impuestos. Subidas de 10 céntimos el Diésel, mayores tipos a quien se esfuerza y triunfa, mayores tributos a las empresas para que no se les ocurra tener más dinero para invertir en expandirse, crecer y generar empleo, en lugar de entregárselo al Estado para que los distribuya entre sus caladeros de votos.

Necesita dinero para financiar la renta básica que países como Finlandia, ejemplo por estas latitudes absolutamente de todo, ha demostrado por la vía de la experiencia que no funciona si no se obliga a la gente a trabajar. Con la propuesta del PSOE, ellos ganarán votos, pero la economía nacional se convertirá en parasitaria. La renta básica no crea empleo, genera dependencia, y el ejemplo lo tenemos en Asturias dónde el salario básico no deja de crecer demostrando que no sirve para integrar en el mercado laboral sino para estancar en la pobreza.

Y, por último, los pocos recortes de gasto que propone son en el ahorro privado. En la gente responsable que sabiendo (como lo saben ellos pero se niegan a decirlo pues se quedaran sin bases y discurso) que las pensiones no son viables a largo plazo, decide invertir para tener un futuro asegurado.

Propone también la creación de más Ministerios, algunos tan novedosos como de “transición ecológica” que suena como los ministerios que crean en dictaduras de países como Venezuela, dónde tienen el Viceministerio de la Felicidad Suprema, o Bután que hace lo propio con un Ministerio de la felicidad y hasta leyes para ser feliz. Estos ministerios, más allá de su utilidad (tranquilamente pueden ser Secretarías de Estado pero claro no tiene el mismo caché) suelen servir, más que para mejorar las políticas que tienen asignadas, como lugar apto para colocar afines como Adriana Lastra, cuyo mérito más reseñable es tener el carné socialista desde bien pequeñita más que su demostrada capacidad o conocimientos profesionales en algún campo (o al menos alguno que no sea el “noble” arte político de la puñalada por la espalda). Hay que pagar los servicios prestados a la causa, y ya que no puede ser con un Ministerio como el de Economía, trabajo o Servicios Sociales, tendrá que ser con alguno de ese estilo.

El PSOE de siempre ha vuelto, con sus mismas políticas y su mismo postureo. Con su marketing y sus discursos “sociales” basados en que lo social es regalar el futuro y no poner los mimbres para que cada uno se lo labre. Seguirán haciendo creer que es mucho mejor que el Estado te tutele a que te emancipes y seas capaz de, por ti mismo, progresar.

El PSOE no ha entendido la fábula de Samaniego, y se cree que la Cigarra lo hacía bien, y por eso castiga a la hormiga.

Vienen tiempos malos (y no para la lírica, aunque viendo lo que suena últimamente igual también) a los que, de durar mucho, y cuando cese la inercia del buen gobierno de Mariano Rajoy, se les podrá aplicar el dicho de “no hay dos sin tres” y acabemos en otra crisis “Made in PSOE”. Los primeros pasos, se pueden empezar a dar más pronto que tarde.

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